La paz de lo doméstico sagrado
me colma de su tenue mansedumbre,la vida continúa su costumbre
y el corazón habita, sosegado,
los muros del espacio remansado,
calladamente, sin que se vislumbre
ni forma de inquietud o pesadumbre
donde la casa tiene su reinado.
Busquen otros afuera su destino:
yo prefiero lo mínimo y cercano,
los ecos de presencias familiares,
pues al fin, deteniendo su camino,
¿dónde reposa más el pecho humano
que en el margen del mundo, sin pesares?
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