Vistas de página en total

martes, 29 de marzo de 2022

Letanía

Natividad con la virgen María y el niño Jesús representados como personas sin techo.
Recreación del artista estadounidense John Zachary. Fuente: Daily Bulletin

Baja del trono, María,
pues el viento desolado
pregona tu letanía.

Te llama toda la tierra,
sometida a los compases
de los tambores de guerra.

Mira que los perseguidos
huyen pisando los huesos
de los desaparecidos.

No vengas hoy refulgente,
de tela brocada y oro,
sino de carne doliente.

Ni de joyas coronada
como pálida figura,
sino pobre y desterrada.

Ni purísima siquiera,
sino manchada con barro
de la humanidad entera.

María, ven de mañana
y en hospitales de sangre
sé médica y cirujana.

Sal de palacios etéreos:
consuela a quienes habitan
los refugios antiaéreos.

De noche, como las trombas
o los grandes terremotos,
oye el eco de las bombas.

Dueña del cosmos herido,
protege con suaves manos
al gorrión estremecido.

Líbranos de militares,
de naciones enfrentadas
con las armas nucleares.

Y sálvanos de la suerte
de tahúres que se entregan
a los naipes de la muerte.

Sobre fatal amasijo
de escombro y sangre, velamos
el cuerpo de tu gran hijo.

Y esperamos, en lo oscuro
que emerja de tus angustias
la paz en blanco futuro.

domingo, 20 de marzo de 2022

Las estrellas

Zodiaco. Litografía de Alfons Mucha (1896).
Fuente: Pinterest

Se dice que los astros y planetas,
energías altivas y secretas,
ocultan el destino de las gentes,
en signos diferentes,
y que marcan sus vidas
con sus elevaciones y caídas.
Pero tú, si en la sombra los acechas,
no te cargues de miedos y sospechas.
No temas conjunciones, cuadraturas
ni las demás figuras
que los astros idean con sus giros
en sus acercamientos y retiros:
descubre sus arcanos, pero luego,
ya sin temores, obra con sosiego
bajo su limitado poderío,
siguiendo tu razón y tu albedrío,
porque el sabio domina las estrellas
y el necio deja que se impongan ellas.

sábado, 5 de marzo de 2022

Perro

Dobby, el perro del autor. Foto: Ramiro Rosón

Dame en tus ojos la ternura,
la grandeza invisible
que jamás han tenido los humanos.
Comunícate sin palabras,
desmonta mi lenguaje,
teatro de simbólica violencia
que disfraza la sangre con silogismos,
y que ya solo queden
tu alfabeto de ruidos primigenios,
tus intercambios de caricias.
Vamos a reírnos de todos,
pues en la tarde sigilosa,
cuando miro
tus alegrías elementales,
cuando te rascas en la hierba,
cuando olfateas los guijarros,
olvido sin lamentos
la maldición oscura de mi especie.

jueves, 3 de marzo de 2022

Plegaria

Ensayo nuclear con la bomba atómica “Buster Charlie”realizado
el 30 de octubre de 1951 en el desierto de Nevada.
Fuente: Los Alamos National Laboratory

Azar incontrolado, mecanismo
que el mundo llama suerte,
danos algo de paz ante el abismo.
Sálvanos de la muerte.

Deja ya que miremos al futuro
con algo de esperanza.
Temblamos como niños en lo oscuro,
si el miedo nos alcanza.

Nos pesan demasiado los pesares.
Nos abruman el ceño.
Que el humo de las bombas nucleares
no sea más que sueño.

martes, 1 de marzo de 2022

Cruz desolada

Crucifixión blanca (1938). Óleo sobre lienzo de Marc Chagall.
Fuente: The Art Institute of Chicago

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera,
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

(ANÓNIMO)

I

Aunque no fueras hijo
de ningún dios, en este mundo inútil,
ni concibiera tus humanas carnes
el útero celeste de una virgen,
y tampoco salieras de la tumba,
en el día tercero de tu muerte;

y aunque solo seamos
vanos primates, ángeles deformes
que sueñan alas en las noches puras,
y lloremos a solas
porque no conseguimos elevarnos
de este légamo oscuro,
donde muerden parásitos y larvas
hasta gélidos huesos;

y aunque muchos mataron
y matan orgullosos en tu nombre,
con lanzas, con fusiles, con imperios,
y olvidan con sus leyes inhumanas
tu frágil situación de condenado;

y aunque somos, tal vez, irredimibles,
enfermos de la cósmica ceguera,
yo miro, con escándalo y asombro,
tu deseo mortal de redimirnos
a todos los humanos de la historia
con el enorme precio de tu sangre,
lo cual te diferencia
de múltiples abortos de mesías,
incluso fracasado.

Semejante deseo
no puede sostenerse con razones,
pues vive más allá de las palabras.
Déjame verte, en diáfano silencio,
y admirar en silencio lo imposible.
Que tus manos reciban
mi plegaria sin fe, desnuda y sola,
tan absurda como una carta,
delgadísimo folio,
cuyo destinatario
no conoce los márgenes del tiempo.


II

La sombra de tu muerte,
Jesús crucificado,
rompe los muros de tu iglesia:
forma grietas de sol en sus vitrales,
como las aguas brotan de los montes
y cabalgan, surcando los barrancos,
a los océanos antiguos.
Hoy, al margen de los decretos,
de las hogueras,
de las atrocidades,
como un lirio que surge del escombro,
nos ha quedado tu figura muerta,
solo pendiente
de la cruz desolada que recoge
su pálida agonía.

Rondamos tu misterio,
para asomarnos a la boca de un pozo
con los ojos vendados,
apenas intuyendo lo que mana
de su profundo corazón de sombra.
Quizá no lo sepamos nunca,
porque nacimos del todo ciegos,
pero tu sangre solo quiere darnos
la visión clara que jamás tuvimos.

Nada me importa
si no puedes oírme
desde tu leño de tortura.
Nada me importa
si eres incapaz de salvarme.
Nada me importa
si no causas milagros.
Déjame que yo no te rece
ni te suplique nada,
sino verte en silencio,
ligando tu silencio con el mío.
Porque ya solo tu silencio
puede contarnos algo
de la verdad ausente, fugitiva.
Ya solo tu silencio,
con sus labios quemantes,
incendiará tus últimas palabras
–verdad, amor, justicia–,
cuanto los siglos hoy esconden
bajo su densa pátina de sombras.