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sábado, 20 de mayo de 2023

The great gig in the sky

Portada del álbum The Dark Side of the Moon. Fuente: Wikipedia

(Un cosmonauta imagina su muerte en el espacio, mientras escucha a Pink Floyd)

¿Cómo será la muerte en el espacio?
¿Cómo será su gélido sepulcro?
Dicen los cánticos humanos
que la muerte no rige en las alturas,
pero… ¿cómo sería mi destino
si mi nave se prende fuego,
si un meteoro la destruye,
si me quedo, sin más, a la deriva?
Sería, sin ambages,
un enorme espectáculo celeste,
luminosa tragedia
como detonación de supernova,
como rosa de blanca dinamita.

De todas formas, no la temo.
No me espanta su imagen
de misteriosa cruz del infortunio.
Jamás pudo la muerte describirse
con estériles ecos de palabras:
apenas los arcanos balbuceos
o los grandes aullidos,
que en el cósmico seno de las noches
abren puertas de luces infinitas,
merodean su piélago sin fondo,
su límite lejano.
Solo un ascenso de la voz inerme,
vacía de lenguajes,
enseña que la paz incomprensible
se esconde tras la sombra.
Solo un grito de púlsares anuncia,
con sus pálidas alas,
el encuentro definitivo.

Argentía

Playa de Jover (Tejina, Tenerife). Foto: Ramiro Rosón

El océano quema como sable
de fulgurante sal. ¿Qué soy en esta
borrachera de luz interminable?
Soy un ascua, la sombra manifiesta

de un sol que engendra soles, incansable,
mutando las mareas en orquesta
de zafiros, en música de jable
mecido con el fuego de su cresta.

Soy ola pura, válvula consciente
de su lejano corazón, vidente
del áspero martillo de su fragua,

pues, en esa volátil argentía,
sol y océano tallan a porfía
la imagen sinestésica del agua.

martes, 9 de mayo de 2023

Creer

Alegoría de la duda, representada como un joven
que camina por la oscuridad con una linterna. Grabado anónimo
incluido en el libro Iconología (Viena, 1801). Fuente: Meisterdrucke

Yo quisiera creer: estar conforme
con la suntuosa máquina del mundo,
con su tasa de males y penurias,
con su tropel anónimo de esclavos.
Pero un fuego de terca rebeldía
me come el corazón y se cuestiona
por qué los humillados no consiguen
más eco de sus voces que silencio.

Yo quisiera creer: salir en calma
tras una ceremonia, con la sangre
plena de salvación. Pero soy uno
más de ese lote de irredentos hijos
que la naturaleza, con derivas
anormales, produce en ocasiones.
La antigua ley, atroz y lapidaria,
me reserva su póstuma condena.

Yo quisiera creer: saberme siempre
feliz en el apego de la tribu,
dócil ante el mandato y el discurso
de los maestros, aunque me resulten
arcanos. Pero veo con mis ojos
toda la astucia de sus malas obras
y prefiero saberme descreído,
solo y en paz, al margen de su templo.