Natividad con la virgen María y el niño Jesús representados como personas sin techo. Recreación del artista estadounidense John Zachary. Fuente: Daily Bulletin |
pues el viento desolado
pregona tu letanía.
Te llama toda la tierra,
sometida a los compases
de los tambores de guerra.
Mira que los perseguidos
huyen pisando los huesos
de los desaparecidos.
No vengas hoy refulgente,
de tela brocada y oro,
sino de carne doliente.
Ni de joyas coronada
como pálida figura,
sino pobre y desterrada.
Ni purísima siquiera,
sino manchada con barro
de la humanidad entera.
María, ven de mañana
y en hospitales de sangre
sé médica y cirujana.
Sal de palacios etéreos:
consuela a quienes habitan
los refugios antiaéreos.
De noche, como las trombas
o los grandes terremotos,
oye el eco de las bombas.
Dueña del cosmos herido,
protege con suaves manos
al gorrión estremecido.
Líbranos de militares,
de naciones enfrentadas
con las armas nucleares.
Y sálvanos de la suerte
de tahúres que se entregan
a los naipes de la muerte.
Sobre fatal amasijo
de escombro y sangre, velamos
el cuerpo de tu gran hijo.
Y esperamos, en lo oscuro
que emerja de tus angustias
la paz en blanco futuro.
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