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sábado, 5 de marzo de 2022

Perro

Dobby, el perro del autor. Foto: Ramiro Rosón

Dame en tus ojos la ternura,
la grandeza invisible
que jamás han tenido los humanos.
Comunícate sin palabras,
desmonta mi lenguaje,
teatro de simbólica violencia
que disfraza la sangre con silogismos,
y que ya solo queden
tu alfabeto de ruidos primigenios,
tus intercambios de caricias.
Vamos a reírnos de todos,
pues en la tarde sigilosa,
cuando miro
tus alegrías elementales,
cuando te rascas en la hierba,
cuando olfateas los guijarros,
olvido sin lamentos
la maldición oscura de mi especie.

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