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miércoles, 19 de octubre de 2022

La decadencia de un barrio

Vista del puente Zurita, en el barrio de Salamanca
(Santa Cruz de Tenerife). Foto: Ramiro Rosón

(Breves crónicas sobre delincuencia, marginalidad y salud pública en el barrio de Salamanca, situado en el centro de Santa Cruz de Tenerife, durante el periodo 2020-2022)

1 de septiembre de 2020.–La violencia callejera sacude el barrio de Salamanca: poco antes del mediodía, un drogadicto salió por la avenida Islas Canarias, gritando con un cuchillo en la mano y persiguiendo a dos jóvenes, porque uno de ellos, según decía, le había dado un golpe mientras manejaba una bicicleta. Los jóvenes salieron despavoridos y no pudieron recuperar la bicicleta hasta que algunos vecinos y transeúntes mediaron para calmar los ánimos del drogadicto. Casi todos los incidentes que se registran en el barrio suceden por la mañana, a plena luz del día, debido a este grupo de personas difíciles y violentas que ronda por las cercanías del dispensario de metadona. La escasez de políticas y acciones dirigidas a la reinserción social de estos individuos, más allá de los parches de la caridad institucional, genera situaciones como esta. Las autoridades municipales, como de costumbre, ni están ni se las espera.

4 de marzo de 2021.–Hoy nos ha sorprendido la violencia matinal en el santacrucero barrio de Salamanca: un drogadicto ha sido protagonista de un nuevo altercado, gritando insultos y amenazas de muerte a un hombre que suele sentarse en un banco de la avenida Islas Canarias. En su arrebato de furia, el drogadicto arrancó a patadas una papelera unida a una farola y la arrojó sobre la calzada, ante la mirada atónita de los conductores, mientras no dejaba de gritar al destinatario de sus amenazas. Se marchó con sus gritos, como un poseso, y continuó golpeando las papeleras de la calle. En algunos días, cuando proliferan los incidentes y las quejas de los vecinos, la policía local de Santa Cruz de Tenerife viene a patrullar el barrio por las tardes, una vez que los drogadictos han obtenido su dosis matinal de metadona y se alejan del barrio hasta la siguiente mañana. De todas formas, los agentes vuelven pronto a sus costumbres y terminan apareciendo solo para dejar multas de tráfico sobre los coches aparcados en doble fila. Hasta ahora nadie ha intervenido para resolver este problema social como se debe, no con los cuerpos de seguridad pública, sino con medidas sociales y sanitarias. Todo son anomalías en el único municipio de España que aún conserva un desmesurado monumento a Franco, un engendro más propio del valle de los Caídos que de una ciudad abierta al mundo.

14 de septiembre de 2021.–En el barrio de Salamanca, hay un indigente que vive en la calle, en condiciones de insalubridad absoluta. Camina apoyándose en las paredes, pues casi no puede mantenerse en pie, y padece de enormes hinchazones que le han deformado las piernas. Su pierna izquierda se ha cubierto de pus y gangrena, hasta el punto de que la parte inferior, cerca del pie, ya se encuentra en carne viva. Las moscas rondan en torno a su pierna gangrenada y no cesa de gemir, quejándose de dolor. Además de todo esto, parece que sufre de una enfermedad mental y pasa largos ratos hablando solo, como si estuviera delirando. Varios vecinos del barrio han llamado por teléfono a la policía local y a los servicios sociales, pero estos no quieren tomar cartas en el asunto, alegando que el indigente no se deja ayudar. ¿Qué se puede hacer en este caso?

17 de agosto de 2022.–Me despierto sobresaltado a las seis de la mañana, oyendo una discusión a gritos entre un drogadicto y una mujer transexual (y también drogadicta), ambos en situación de calle. Sucede un largo cruce de insultos e imprecaciones, que dura como diez minutos y en el que él se burla de ella por su condición sexual y por haberse prostituido. Incluso la acusa de haber llevado a la ruina a un indigente italiano que en la actualidad merodea por las calles del barrio. A continuación, ella lo acusa a él de haberla intimidado con un cuchillo y de haber robado en una pizzería del barrio, afirmando que ella misma fue quien lo denunció a la policía después del robo. Él le contesta advirtiéndole de que tenga cuidado por la noche, de que duerma con un ojo abierto, porque le va a prender fuego mientras duerme (no reproduzco los insultos que acompañaron a tal amenaza porque las redes sociales me censurarían). Dado que ambos son personajes habituales y conocidos en el barrio, que se mueven por la zona desde hace tiempo, supongo que se trata de bravuconadas entre drogadictos, dichas sin intención real de ejecutarlas, pero, después de haber oído semejante chaparrón de insultos y amenazas, no vuelvo a pegar ojo. Todo sigue normal en el barrio de Salamanca, en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife.

22 de agosto de 2022.–Sobre las dos de la tarde, se ha arrojado al vacío un chico por el barranco de Santos, a la altura del puente Zurita. Me di cuenta del suceso por las sirenas de la policía y las ambulancias, junto a la muchedumbre que comenzó a asomarse al puente. Un rato más tarde llegó en un coche la familia de la víctima y se bajó del vehículo su madre, que apenas podía sostenerse en pie del horror que le había provocado el suceso, gritando sin descanso “¡Mi hijo!” entre lágrimas de rabia. Jamás he escuchado voces tan aterradoras en mi vida. No se percibe sino angustia y desesperación sobre las calles de este barrio deprimente y deprimido, que se muestra como espejo de una sociedad al filo del colapso. ¿Cuándo nos tomaremos el problema del suicidio juvenil en serio?

23 de agosto de 2022.–Para variar, hoy empieza el día con otro altercado a cargo de un drogadicto en el barrio de Salamanca, en el cual se ha escuchado una sonata de gritos, amenazas e insultos durante casi media hora. Creo que terminaré escribiendo algo sobre todo esto.

30 de agosto de 2022.–Sobre las once de la noche, un drogadicto que ha protagonizado varios incidentes en las últimas semanas se sienta de perfil sobre la baranda del puente Zurita, con el precipicio del barranco de Santos a su izquierda. Al contemplarlo desde mi ventana, por un segundo pienso que en algún momento acabará cayendo o tirándose al barranco, como el joven que se suicidó hace apenas una semana en el mismo sitio. Sin embargo, en este caso poco o nada se podría hacer para impedirlo, pues este sujeto no solo sufre desequilibrios mentales, sino que también actúa de forma violenta y peligrosa, del todo impredecible. Un rato más tarde, el drogadicto se baja de la baranda del puente y se acerca a la puerta de un bingo que se encuentra en la zona. Comienza a insultar a una trabajadora del bingo e intenta agredirla a golpes, pero varios empleados salen a la calle en defensa de su compañera y logran evitar la agresión, apartando al drogadicto de la puerta del local. A continuación, el individuo se resiste a marcharse y forcejea con los empleados, gritándoles toda clase de insultos, amenaza a la trabajadora con ir a buscarla de nuevo en otro momento (de hecho, le dice que esta isla es muy pequeña”) e incluso le da patadas a un coche aparcado por fuera del bingo. Hace tiempo que los vecinos de la zona se cansaron de denunciar este género de situaciones, ante el escaso interés de las autoridades. Finalmente, el drogadicto se aleja subiendo por la avenida Islas Canarias y el barrio de Salamanca queda sumido en una calma tensa al filo de la medianoche, a la espera del próximo altercado.

4 de septiembre de 2022.–Por si no bastara con el ambiente sórdido que ya se vive casi todos los días en el barrio de Salamanca, hoy he descubierto que se ha formado un nido de ratas por la fachada trasera del bingo Colombófilo, junto a la caseta de las obras del edificio que se está levantando sobre el solar de las antiguas oficinas del periódico Diario de Avisos. Según parece, las ratas se alojan dentro de un depósito de bombonas de butano que se encuentra en el propio edificio del bingo, a pie de calle. Entran y salen a su gusto, a través de las rendijas de la puerta del depósito, y en su búsqueda feroz de alimentos han llegado a matar entre varias a alguna paloma, guardando la cabeza y las alas del ave en su improvisada madriguera. No se me ocurre imagen más espantosa que la de una paloma devorada por tales roedores, como una alegoría del mal absoluto que devora sin piedad alguna lo inocente. Incluso las ratas andan por debajo de los vehículos aparcados en la calle junto al bingo, sin que nadie haya tomado medidas para atajar la infestación hasta ahora. Aparte de esto, me han contado que este fin de semana tres hombres intentaron violar a una mujer en un bar situado en las inmediaciones del hospital psiquiátrico. La víctima bajó por toda la calle Obispo Pérez Cáceres, con los pantalones desgarrados, para solicitar ayuda a los vigilantes del bingo. Lanzaba gritos de socorro, después de que un taxista se negara a llevarla en su coche, y en el bingo finalmente la ayudaron. De este modo, la conducta salvaje de ciertos drogadictos, las penosas condiciones vitales de los indigentes, los suicidios en el barranco de Santos y la aparición de plagas han empujado el barrio de Salamanca al filo de la marginalidad en pleno centro de Santa Cruz de Tenerife.

19 de septiembre de 2022.Curiosamente, en las últimas semanas no he observado ningún movimiento en el nido de ratas que había detrás del bingo Colombófilo. Cuando lo descubrí, llamé por teléfono al ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife para comunicar la plaga y la funcionaria de turno me respondió que los operarios municipales acudirían a fumigar la zona, sin determinar una fecha concreta (lo cual significa, en román paladino, “espera sentado). Sin embargo, no hace mucho vi cómo un gato negro entraba y salía de ese rincón por la madrugada, con agilidad asombrosa, como si caminara levitando a ras de suelo. Me gustaría pensar que los felinos callejeros se han merendado plácidamente a las ratas, para vergüenza y escarnio de las autoridades municipales, pero todavía no puedo confirmar esta hipótesis. En cambio, recuerdo que en septiembre del año pasado algún concejal digno de lástima (perteneciente al Partido Popular, como no podía ser menos) llegó a proponer el exterminio de las colonias urbanas de gatos, aunque finalmente reculó debido a las protestas de los colectivos animalistas. De hecho, si un día los gatos se esfumaran de las calles mugrosas de esta ciudad subtropical y portuaria, como deseaba aquel farolero de pocas luces, sospecho que el ejército clandestino de roedores que duerme en sus cloacas no tardaría mucho en comerse vivos a sus desgraciados habitantes.

15 de octubre de 2022.–Este sábado por la noche, se produjo un nuevo intento de suicidio en el puente Zurita. En esta ocasión, se logró evitar la muerte de una chica que se asomó a la barandilla del puente, gritando en público su intención de arrojarse al vacío, pues algunos transeúntes oyeron su grito y la retuvieron para impedir un fatídico desenlace, hasta que varios coches de policía y una ambulancia llegaron a la zona para atenderla. Según comenta el periódico Diario de Avisos, la gente de la capital tinerfeña ya se refiere al puente Zurita como “el puente de la muerte”, por los numerosos incidentes de esta naturaleza que ocurren en este sitio. Los vecinos del barrio de Salamanca solicitan que se instalen barandillas protectoras en el puente para evitar este tipo de sucesos, lo cual me parece bien, pero gran parte de la sociedad y las autoridades parece haber olvidado que la barandilla protectora más efectiva contra el suicidio consiste en el refuerzo de la atención psicológica y psiquiátrica en el sistema público de salud, junto a las políticas sociales que deben acompañarlo. Por mi parte, como vecino de este barrio, me siento cada vez más harto de predicar en el desierto, con mis humildes letras, sobre una cuestión de extrema gravedad que nadie parece tomarse en serio.

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