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viernes, 28 de octubre de 2022

Díganme

El sueño del caballero (hacia 1650). Óleo sobre lienzo de Antonio de Pereda.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (Madrid). Fuente: Wikipedia

Miro los jóvenes ufanos,
varones y mujeres invencibles
(yo lo soy todavía,
pero me pesa la vejez futura,
la que veo marcada
sobre la piel de mis antecesores).
Todos habitan, dulces maniquíes,
los grandes almacenes de la carne,
mostrándose en la sombra
como soles a precio de mercado.
Todos compiten, vanidosos,
en el concurso de las apariencias,
buscando las magníficas medallas
y las atronadoras ovaciones.

Pero díganme quién, al fin y al cabo,
quién vendrá a rescatarlos en su muerte
(y así también a rescatarme)
de la decrepitud y la agonía,
cuando su carne sea vieja,
cuando la soledad, azul oscura,
cubra los pies de sus heladas camas.
Díganme quién, a solas,
enjugará su llanto
desamparado (y a la vez el mío),
si clausuran los grandes almacenes
y solo quedan polvo y telarañas
donde presumen hoy, a todas horas,
de su frágil destello.
Díganme, si lo saben,
qué mano firme sostendrá sus manos
cansadas (y las mías),
cuando todo presagie su derrumbe.

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