apremios, van errando los turistas:
muchos pasan y ven, pero muy pocos
oyen el corazón de los artistas
y saben que, debajo de los focos,
el arte eleva torres nunca vistas
y la imaginación, aventurada,
supera toda imagen recreada.
Si pocos visitantes adivinan
latidos en la piedra sigilosa,
menos aún barruntan e imaginan
luces en la pintura tenebrosa,
pues al cabo muchísimos opinan
y casi nadie palpa aún la rosa
que duerme bajo tenues apariencias,
hablando con su música de esencias.
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