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martes, 14 de diciembre de 2021

El cementerio

Cementerio de Nuestra Señora de los Remedios (Tegueste, Tenerife). Fuente: Entre piedras y cipreses

Estoy ausente, solo,
bajo los mares negros de la noche,
con su vano derroche
de fantasmagorías, y tremolo
mi enseña de quimérico soldado,
sin cruces ni coronas, desarmado.
Percibo que el siroco veraniego
me satura de plácido bochorno,
con ilusorio fuego,
y el barranco disuelve su contorno,
con las aguas caídas en la sombra
donde su ingente surco se desata,
negra fisura que la muerte nombra
con su lengua de plata.
Y en destellos de muros encalados
una calma profunda me estremece,
flotando sobre cielos despejados,
mientras la poderosa luna crece.
Nostálgicas de tenues luminarias,
las finas araucarias
entonan sus oscuras elegías,
en su canto de verdes opalinos,
y las hierbas ocultan los caminos
con sus tapicerías,
encubriendo señales y destinos.

Voy paseando, con sigilo serio,
sobre el mudo y arcano cementerio,
donde el aire se carga de pesares.
Piso una tumba rota
y el eco de los mares,
mensajero de inhóspitos lugares,
me cubre de lamentos de gaviota,
de música remota,
superando su líquida frontera.
Como la incuria dispersó, ligera,
las porciones de losa cuarteada,
bajo la sepultura destrozada
reposa la amarilla calavera,
que me interroga con miradas frías,
con su mortal desecho,
desde los misteriosos laberintos
de sus cuencas vacías.
La deposito fuera de su lecho,
donde suaves ejércitos de helmintos,
en su tráfago insano,
la muerden y consumen,
y mi derecha mano,
vacilante, sostiene su volumen,
su materia mortal de hueso duro,
como pálida imagen del futuro.
Soy un ramo de músculos y nervios,
impulsos maquinales y soberbios:
me creo fuerte y ágil,
en atrevida condición humana,
y al paso de la muerte soberana
tiembla de golpe mi osamenta frágil,
vasalla de su cruda monarquía.

Pero, si cada gota de energía
no se diluye, sino se transforma,
según su oculta norma,
¿qué temeré, sensato, de la muerte,
sino un cambio de género, de forma?
¿Qué teme la madera
si en calores de fuego se convierte
bajo sutil hoguera?
¿Qué más lujoso funeral espera?
Mi cuántico silencio me delata:
la muerte es el futuro,
pero, tras el anverso de lo oscuro,
la vida, como lámina de plata,
rebosará su límite seguro.
De las tumbas emergen amapolas,
vistiendo sus cadáveres de flores,
y las ardientes olas
de polvo y gases del espacio muerto
dan estrellas de pálidos fulgores,
que iluminan el cósmico desierto.

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