ni tarde ni temprano, sin la carga
que mis alados ímpetus embarga,
para darme la insólita alegría?
¿Quieres matarme con alevosía?
Mi fin será tu muerte, diosa amarga.
Pasemos juntos una vida larga,
casando tu fortuna con la mía.
Viste ropas de luto más ligeras,
para que me resulten llevaderas,
y en mí tendrás pacífica morada.
Si el veneno, tomado con mesura,
no pocas veces al enfermo cura,
ven a mí con la dosis acertada.
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