Heroinómano fumando. Fuente: El Confidencial
El duque de la fría metadona
conversa, demencial, consigo mismo,
sobre la cuerda floja del abismo,
como rey destronado, sin corona.
La sombra fantasmal de su persona
se pierde, como débil espejismo,
y un cielo de pesado pesimismo,
llorosa infinitud, se desmorona.
Merodea la calle Salamanca,
mientras maldice, con mortal aullido,
sus amoríos con la dama blanca.
No puede más, enfermo de sicosis,
pero, como un arcángel destruido,
marcha a solas en busca de su dosis.
conversa, demencial, consigo mismo,
sobre la cuerda floja del abismo,
como rey destronado, sin corona.
La sombra fantasmal de su persona
se pierde, como débil espejismo,
y un cielo de pesado pesimismo,
llorosa infinitud, se desmorona.
Merodea la calle Salamanca,
mientras maldice, con mortal aullido,
sus amoríos con la dama blanca.
No puede más, enfermo de sicosis,
pero, como un arcángel destruido,
marcha a solas en busca de su dosis.
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