Yo las vi. Fueron pocas y lejanas,
pues en la vaga infinitud, esbeltas,
ordenaban el aire con sus vueltas,
a despecho de torres y ventanas.
Yo las vi, como sílfides arcanas,
en el hondo crepúsculo disueltas,
y corrían sus alas, como deltas,
en azules de tenues porcelanas.
¿Qué verdad anhelaban confesarme,
de qué infamia salían a vengarme
para después hundirse en alto cielo?
Quizá, como las grullas, el artista
sabe escaparse de la humana vista,
si toca lo infinito de su anhelo.
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