Brotada con severa compostura,
como fiel vigilante, recelosa,
te muestras a los dedos espinosa,
pues de tus ramas haces tu armadura.
Tu leño, cuya gruesa curvatura
parece de botella licorosa,
guarda tesoros de estación lluviosa
para cuando le llegue la secura.
Tú, malgache palmera, siempre viva,
pareces hosca y a la defensiva,
pero luces, en blancas floraciones,
el tesoro de sol que vas formando,
sin pausa, de tu savia, recordando
que son las apariencias ilusiones.
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