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viernes, 30 de agosto de 2019

Abadón

El ángel exterminador. Escultura en mármol de Josep Llimona. Cementerio de Comillas (Cantabria).
Todo ángel es terrible.
(Rainer Maria Rilke)

Los monjes de las eras tenebrosas
te supusieron ángel o demonio,
pues en ti se reúnen, poderosas,
oscuridad y luz en matrimonio.

¿Quién sabe de tu origen? Cielo y tierra
guardan secreto. Nadie sabe nada.
Pero tu imagen, Abadón, encierra
la insondable justicia de tu espada.

Ven, Abadón. Tu nombre es un abismo
de las profundidades más oscuras,
donde razona Dios consigo mismo,
donde Satán asedia las alturas.

Ven, Abadón: tus ojos no perdonan
si lanzan meteoros de basalto,
si las torres gemelas implosionan
hasta la sorda tumba del asfalto.

Ven, Abadón, oscuro vaticinio,
con señales de fúnebres clamores,
y confirma tu agónico dominio
sobre toda mi raza de traidores.

Ven, Abadón: arrasa a los mortales,
con la furia de todos los venenos,
por el deseo de los criminales
y el infame silencio de los buenos.

Ven, Abadón, de súbito, y descarga
tu enjambre de langostas relucientes,
devorando la carne más amarga,
la humanidad, abrigo de serpientes.

Ven, Abadón: incendia los volcanes,
derramando su vómito malsano,
y en vórtice de negros huracanes
agita rascacielos en tu mano.

Por el fuego de reyes cazadores,
por los dioses de inútil moralina,
por miles de cofrades inversores,
devotos de la virgen cocaína;

por la fe de los números bancarios,
por la sombra cercana de la guerra,
por las orgías de los empresarios,
malditos violadores de la tierra;

por millones de tumbas y de balas,
por el llanto y la sangre de la historia,
ven, Abadón, con las ardientes alas,
y que las ruinas hablen de tu gloria.

Deja tus hondas cumbres infernales
y tu grave silencio de ultratumba:
yo tejeré canciones abismales
mientras el mundo inerme se derrumba.

Pero, si no los dejas, en el viento
se quedará, flotando, mi plegaria,
como ladran su huérfano lamento
los perros en la noche solitaria.

Caminaré silente y desolado,
mientras la humanidad, en su locura,
ejerce de verdugo y condenado,
pariendo su inhumana desventura.

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