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martes, 13 de agosto de 2019

Federico

Federico García Lorca. Fuente: National Geographic

Federico, la muerte desolada,
como hueso de frágil aceituna,
cayó mirando la sangrante luna,
sobre calles desiertas, en Granada.

La noche te lloró, desangelada,
como huérfana dentro de su cuna,
mientras en sordo golpe de fortuna
rodaba tu cabeza fusilada.

Llevan espumas en el viejo Dauro
los ecos de la historia, Minotauro
que se nutre de jóvenes ardientes.

En la noche, con álamos guardianes,
detrás de los dormidos arrayanes,
habitas en la sombra de las fuentes.

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