La reproducción prohibida (1937). Óleo sobre lienzo de René Magritte. Museo Boijmans Van Beuningen (Rotterdam). |
YO.—Dime qué soy, espejo.
ESPEJO.— Solamenterelámpago de luces apagadas,
un tránsito veloz entre dos nadas
que no percibe el cosmos, indolente.
YO.—¿No soy, espejo, nada más?
ESPEJO.— Detente
y escúchame: tus horas, conjuradas,
hacen de las futuras y pasadas
el espacio brumoso del presente.
YO.—¿Soy, tal vez, una copia de los otros,
de los que giran, como raudos potros,
en la arena del tiempo sin descanso?
ESPEJO.—Mira tus ojos y tus labios calla,
pues, en la travesía, Cronos halla
mi azogue como insólito remanso.
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