Los antiguos, con lúcida ironía,
pacífica ciudad te bautizaron,presagiando las armas que sonaron
sobre tus mudas calles a porfía.
Tres lunáticos dioses, en orgía
de mística y de sangre, te incendiaron,
pues la santa discordia que sembraron
se fortalece en la piedad impía.
Jerusalén, amante del abismo,
tú rebosas un cáliz de egoísmo
del que beben su tumba los humanos.
Cuando seas cadáveres y escombros,
no bajarán los dioses, en tus hombros,
a tu fiesta de cuervos y gusanos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario