Arpa eólica integrada en el monumento al pionero de la aviación Otto Lilienthal (Gollenberg, Alemania). Foto: Ulf Böttcher |
si pulsa, con insólita armonía,
las cuerdas en figura de instrumento,
del arpa que lo llama, sola y fría,
como la lluvia de sutil acento
derrama su pausada melodía,
con silbos de cristales, en lamento
profuso de jovial melancolía.
Coleridge lo dijo, con su gran poema,
como Chopin, el que la hiciera tema
de su estudio famoso para piano,
que, si faltaran músicas al mundo,
las arpas, con el viento gemebundo,
no romperán su canto sobrehumano.
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