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lunes, 12 de junio de 2023

La barcaccia

Plaza de España y fuente de la Barcaccia.
Foto de Jan Christopher Becke. Fuente: Posterlounge

(A John Keats)

Al pie de la inmortal escalinata
y a la sombra de iglesias y palacios,
la fuente, como nave hecha de plata,
susurra su canción a los espacios
de la noche, soñando con auroras,
y en su calmado flujo se relata
la inquietud y el anhelo de tus horas.
Lejos queda la noche de neones,
bares y discotecas;
hay otra noche, más hermosa y pura,
la que va confesando sus canciones
a mis pupilas frías y resecas
en esta larga soledad oscura.

Cónsules, presidentes y togados,
cardenales, pontífices, monarcas
e ilustres de variada procedencia
llenan Roma de túmulos dorados,
pero tu fuente, reina de las barcas,
inmortaliza tu genial presencia,
pues en el canto líquido murmuras
y más que todos ellos hoy perduras.
Hoy, anhelante siempre, siempre joven,
la noche impide que los años roben
a los años el oro
de tu imaginación arrebatada,
que guardas, como fúlgido tesoro,
con letras inmortales condensada.
¿Puedes hablarnos, corazón canoro,
de qué valen pesados monumentos
y que el mármol oprima
la tierra con sillares o cimientos,
cuando no los anima
con ágiles acentos
la forma del espíritu errabundo?
Tu luminosa habitación de Roma
dio cabida a tus últimos alientos,
ruiseñor imposible de este mundo
que en soledad asoma,
gran alondra maestra de los vientos.
Solo tu juventud entristecía
la tisis, como fúnebre carcoma,
presagio de la muerte más umbría.

Pero, sin más preámbulos, ocioso
de infatigable empeño,
bajo la noche pálida te sueño,
John Keats, y tu silencio misterioso
deviene poesía,
cuando la fuente, siempre delicada,
rememora a la tersa madrugada,
con leve melodía,
que, si en el agua se escribió tu nombre,
manda tu diosa, la melancolía,
que su música asombre
y estremezca a la muerte,
desatando sus lágrimas al verte.
Pues al fin, aunque todo sea ruina
y el trabajo del mundo se derroche,
tu palabra de forma cristalina
resonará de noche,
como fuente de virgen alabastro,
con la sombra magnífica de un astro.
La belleza es verdad y viceversa,
como luz en la atmósfera dispersa,
y en la noche, buscando solo un rastro
de su tenue fragancia,
mi deseo se pierde en la distancia.

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