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miércoles, 14 de diciembre de 2022

Operación Farinelli

Ángel de la Virgen del Magnificat (1481).
Temple sobre tabla de Sandro Botticelli.

(De cuando Corinna Larsen confesó que agentes de los servicios secretos españoles habían inyectado hormonas femeninas por la espalda a Juan Carlos de Borbón, con el permiso de Sofía de Grecia, como una forma de castración química para poner fin a sus amoríos con la rubia cortesana)

Ay, Juan Carlos el fugado,
Corinna te despelleja
y en su programa se queja
de ti, rey desenfrenado,
químicamente castrado
con la anuencia de Sofía,
pues, a falta de la CÍA,
la que todo soluciona,
guardan aquí la corona
los agentes de la TÍA.

Quisieron tales audaces
verte como los eunucos,
pero sus malvados trucos
no resultan eficaces
para gónadas tenaces.
Yo nada sé ni comprendo,
pues, como salen diciendo
Corinna y sus confesiones,
aunque no tengas cojones,
vas a morirte jodiendo.

Sofía, cómplice muda,
hizo de mosquita muerta,
mientras iba muy alerta,
y así permitió, sin duda,
la maniobra cojonuda.
Presa fiel de su marasmo,
quiso impedirte el orgasmo,
que, si tramita un divorcio,
tú, follando sin consorcio,
reventarás de un espasmo.

Si cobrases las maneras
de un ángel de Botticelli,
si con voz de Farinelli
cantases arias ligeras,
las inyecciones arteras
al fin habrían servido,
pero tú, desprevenido,
solo sirves en la cama,
si algún caudal se derrama
de tu calzón descosido.

Juanca, senil Abelardo,
ni siquiera de esta guisa
te alejas de tu Eloísa,
porque mantienes, gallardo,
los cojones a resguardo.
Tus amatorias hazañas
usan tales artimañas
que Satanás hoy te envidia,
porque ni Dios te fastidia
si reinas en las Españas.

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