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jueves, 30 de mayo de 2019

Glassworks

Philip Glass al piano. Fuente: FACT Magazine

(Homenaje a Philip Glass)

La música de Philip Glass resuena
con sus cálices de cristales,
con sus relojes de cristales,
con su marimba de cristales.
Desde la noche de su historia,
no sonaban los pianos a cristales;
no recordaban
la melodía de la transparencia,
hasta que Philip Glass decidiera tocarlos.

Un apellido cristalino retumba
en el profundo silencio del cosmos.

Oigo ciudades transparentes,
con sus raíces de cristales,
con sus álamos de cristales,
con sus torres lejanas de cristales.
Hombres y mujeres cristalinos
pasean sobre calles imposibles.
Gélida luz de invierno
traspasa los jardines de cristales;
gélida luz de invierno
traspasa las aceras de cristales;
gélida luz de invierno
traspasa las farolas de cristales.

Un apellido cristalino retumba
en el profundo silencio del cosmos.

En ese mundo cristalino,
todo lo sabe la mirada,
pues emerge de todo
la raíz cristalina de las cosas.
Y, si los cristales me duelen,
cuando se resquebrajan con mis trémulos pasos,
cuando se fragmentan como hielo,
cuando mis dedos tocan sus lúcidas aristas,
solo su transparencia
puede reconciliarme con el mundo.

Un apellido cristalino retumba
en el profundo silencio del cosmos.

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