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sábado, 1 de abril de 2017

Nocturno

Bajo la densa noche,
como un perro tendido en las orillas
del océano calmo,
descansa la ciudad: los edificios
que guardan la marea de los hombres,
los reinos del trabajo
-talleres, oficinas y comercios-,
el cementerio donde los difuntos
reciben una brisa delicada,
que lleva la frescura de las olas
a sus áridos huesos.

Respiran hondamente las palmeras,
hijas de la ciudad, al esconderse
el círculo de fuego de los días.
Oigo ruidos lejanos en la noche,
-sordas motos, noctámbulos fugaces-
y me pregunto si serán los ecos
de ruidos abismales de la mente.
¿Acaso mi desvelo no recoge
la tela cuyos hilos invisibles
son el sueño de todos los durmientes?
¿Acaso yo no soy, en estas horas,
el reflejo del mundo,
como todos los vivos y los muertos?

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