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sábado, 28 de septiembre de 2019

Remota diosa

Luna creciente sobre un bosque de pinos. Fuente: http://tallpinesranch.blogspot.com

En el parque de rotas luminarias
entra la joven luna,
mirando las enormes araucarias
que le sirven de cuna.

Los últimos violetas del ocaso
terminan recogidos
en su destello pálido y escaso,
como dioses caídos.

A veces turban su profundo sueño
los audaces aviones,
como flechas de insólito diseño,
surcando sus regiones.

Pero su cuerno, imagen luminosa
de soledad oscura,
con su lenguaje de remota diosa
me lega su blancura.

Y en las calles desiertas, cuando salgo
de su parque vacío,
sus mil espejos me susurran algo
como un eco sombrío.

Yo sé que soy su lúcido cartero
bajo sordas farolas,
cargando su mensaje venidero
de canciones a solas;

pues en la grave calma de las noches,
a mis puertas cerradas,
como gatos debajo de los coches
fulguran sus miradas.

Y sembrando su imperio femenino,
su religión secreta,
la diosa que descubre mi camino
me llama su profeta.

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