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sábado, 22 de septiembre de 2018

Ramillete de tankas

Rosas trepadoras en el valle de Los Chillos (Quito, Ecuador).

(Para K.)


De carne y hueso

El mundo mueve
su noria de fantasmas,
enloquecido.
Ya solo tú me importas:
eres de carne y hueso.

Absenta

Bebo la noche,
probando sus jardines
de ninfas verdes,
y lo real se torna
dorado y prodigioso.

La casa de tu boca


Dejo mi casa,

mi tierra, mi familia:
tus besos abren,
como puertas de fuego,
la casa de tu boca.

Antisuicidio


Los esponsales
me salvan de la noche
con rosa y oro.
Casarse, a todas luces,
es un antisuicidio.

Llamada

Cuando te llamo,
siglos de sufrimiento
desaparecen:
lágrimas erosivas
ya no marcan mi rostro.

Patria


Tanto he sufrido,

patria, bajo tus cielos
indiferentes,
que, si hago las maletas,
no vuelvo ni en la caja.

Indispensable


No te merezco,

ni la rosa merece
la lluvia fina:
lo más indispensable
no se merece nunca.

Tu voz


Tu voz halaga
mi oído con su vuelo
de mariposa:
fulgura como un ángel
rompiendo los abismos.

Sueño


Sueña conmigo
y haré jardines persas
bajo tu frente,
para que sus canales
acaricien tu sueño.

Ramo

Ramo de novia,
santa orgía de flores,
llenas mi sangre
con mareas ardientes
de música rosada.

Luz

Tú me transformas
en un santuario vivo
si me acaricias;
yo surjo como un árbol
hecho de sol y viento.

Casa

Solo tus manos
edifican la casa
de mi alegría,
remanso de blancura
que me salva y acoge.

Prodigios

Cuando te nombran
mis frágiles poemas,
hago prodigios:
la noche retrocede
con sílabas de fuego.

Silencio

Grita la noche
cuando la gente llena
bares de moda.
Solo quiero perderme
contigo en mi silencio.

Fiesta


Todos presumen,
reunidos en la fiesta,
de sus adornos,
pero ninguno tiene
lo que tú me regalas.

Exiliado

Mi nacimiento
desprendió mis raíces:
ninguna patria
soborna mi conciencia
de exiliado infinito.

Borracho

Canta un borracho
de lunes a domingo
sobre la calle.
Su aparente jolgorio
solo esconde su angustia.

Basura

Verás la patria
si escarbas en el cubo
de la basura,
como el desesperado
que recoge desechos.

Barrio

Yonquis enfermos,
borrachos musicales,
gritos de locos
emergen de mi barrio
como flores amargas.

Trago

En cada trago,
los hombres anestesian
sus alas rotas.
Yo prefiero la noche
de tus ojos abiertos.

Weltschmerz

Nunca me dejes
hundirme en el abismo:
dame tu mano
cuando me sienta frágil
y este mundo me duela.

Migración

Cuando mis alas
cambien sus horizontes,
muchas gaviotas
dejarán de nombrarme,
como si hubiera muerto.

Calma y ternura

Calma y ternura
son lo que más deseo:
tú me concedes
ambas, como resurgen
los hondos manantiales.

Isla de sombras

Isla de sombras,
tu corazón podrido
late despacio,
marcando tu horizonte
desierto de futuro.

Escuela

Escuela, sombra
del mundo, me dejaste
lleno de miedos:
todavía me duelen
tus voces de fantasmas.

Juventud

Ante un espejo
lloraba silencioso:
mis ojos eran
juventud arrasada
con la forma del llanto.

Dolencias

Le digo al médico:
«Me duele fuerte el mundo.
¿Qué me aconseja?»
Y me responde: «Amigo,
su mal no tiene cura».

Fascistas

Alzan banderas
y gritan «¡A las armas!»,
pero sus hordas
resquebrajan el mundo
que sostiene sus pasos.

Libre

Un agapornis
baila sobre los muros
de mi azotea.
Su ilimitable forma
disuelve toda jaula.

Refugio

Perdí la infancia:
no me quedan refugios
en la tormenta,
sino la gruta umbría
donde nace tu fuego.

Viaje

Voy al refugio
sereno de tus brazos
entre las nubes:
persigo los caminos
que llevan a tu lecho.

Turbulencias

Entre las nubes,
el avión zarandea
todos mis huesos,
pero nada me asusta
cuando voy a tus ojos.

Truenos

Sobre nosotros
se desploman los truenos,
pero su fuerza
no rompe ni un segundo
nuestra doble caricia.

Quito

Como señoras
ajadas y elegantes,
miran las casas
el vaivén del gentío
sobre calles de piedra.

La Guaragua

Bajo los arcos
resuena un pasacalle,
si algún fantasma
sube las escaleras
de la historia perdida.

Río

¿Oyes el río?
Sus aguas no conocen,
como tus manos,
límites a su curso
cuando estamos a solas.

Rosa fresca

Ebria de gotas
bajo la intensa lluvia,
la rosa fresca
se mece con su tallo,
despreciando la muerte.

Mujeres

Mujeres libres
inundan las piadosas
calles de Quito.
Sus aullidos violetas
rebasarán las cumbres.

Mirlo

En los jardines,
un mirlo americano
silba, rompiendo
la mañana de nubes,
como un sol fugitivo.

Black Friday

Nos anunciaron,
a través del consumo,
la vida eterna,
pero al día siguiente
vinieron las facturas.

Atasco

Surcan los buses
enormes bulevares
desarreglados,
envueltos en el humo
de un atasco infinito.

Capitalismo

Un dios enfermo
se alimenta de sangre:
bebe sin tasa,
vomita y se desploma
delante de sus fieles.

Ocaso

Jirones rosas
acarician los montes:
las calles guardan,
como los viejos pinos,
un abismal sosiego.

Pichincha

Entre las nubes,
los cráteres dormidos
sueñan con fuego.
La ciudad imagina
que duermen como tumbas.

Navidad

I

Llena de bolsas,
la muchedumbre sale
de los comercios,
pero su dios ausente
llora sobre la cuna.

II

Detrás del niño
dormido en el pesebre,
solo se esconden
las ruinas imperiales
de un solsticio de invierno.

Tráfico

Cuando oscurece,
las hileras de coches
en el asfalto
son culebras de fuego
que asoman con la lluvia.

Pacífico

Rompen el agua
pelícanos que llueven
como saetas,
cogiendo los tesoros
de su caldo infinito.

Cocos

Los grandes cocos,
arrojados en olas
hasta la orilla,
guardan más aventuras
que los viejos marinos.

Esmeraldas

Negra y mulata,
la calle no imagina
su alegre caos,
mirando las espumas
del Pacífico inmenso.

Taxis

Los taxis llevan
arcanas emisoras
de vieja salsa:
fantasmas amarillos
atraviesan la noche.

Oro

Sol de la tarde,
revélame tu alquimia
sobre las aguas:
¿cómo fundes en oro
la indómita marea?

Rabihorcado

Un rabihorcado
se mece con el viento,
mirando el agua:
lo sostiene su forma
de pájaro cometa.

Temblor

La tierra firme
se sacude un momento:
no somos nada,
sino trémulas hojas
caídas en su busto.

Sol de oro

Un sol fraguado
con oro de la historia
luce en vitrina:
bajo tierra guiaba
los pasos de los muertos.

Vasija de barro

La calavera
descansa en la penumbra
de la vasija.
Ha retornado al seno
de su infinita madre.

Gallinazo

Sobre la iglesia,
la aparición oscura
del gallinazo
dibuja ilustraciones
de un libro de fantasmas.

Vida

Muere la noche
detrás de mí, lejana:
mi entera vida
resurge de tu mano,
más alta, más profunda.

Mirada

Cuando te miro,
permaneces callada,
pero tus ojos
escriben las estrellas
en su noche insondable.

Siesta

El viento barre,
furibundo, las hojas.
Un perro duerme,
con su calma infinita
de animal primigenio.

Luciérnagas

Bajan estrellas
a los negros maizales,
parpadeando:
luciérnagas unidas
reproducen el cosmos.

Masanamaca

Sobre los valles
fecundos en tesoros
un río pasa:
dobladas en el viento,
las cañas lo saludan.

Negocio

¿Quieres dinero?
Produce religiones,
mitos de saldo,
para los deseantes,
los huérfanos del cosmos.

Mitologías

Desde su origen,
los hombres acumulan
mitologías,
pero la historia surge
desde los yacimientos.

Pachamama

I

Última diosa,
bajo cruces de guerra
te asesinaron,
pero tu selva rompe
las cruces de las tumbas.

II

Un dios enfermo,
varón de sangre y muerte,
niega tu nombre,
pero lo dicen todas
las aguas de tus ríos.

III

Libre y ardiente,
resurge, Pachamama,
desde las cumbres,
con el aire que forja
los cóndores eternos.

Halcón

Sobre los montes,
un halcón solitario
tiende sus alas:
en el abismo forja
su camino invisible.

Miedo


Voy caminando
sobre el filo de un monte:
más que las ramas,
el miedo me sostiene
delante del abismo.

Falenas

Giran falenas
en la ardiente blancura
de la bombilla:
miran el absoluto
y acarician la muerte.

Mariposa

La mariposa,

con sus alas de fuego,
bebe rocío:
fulguran los ardientes
ojos de lo sagrado.

Estela de lluvia

Paso la mano
sobre un rugoso tilo
lleno de musgo:
mis dedos acarician
una estela de lluvia.

Modas

En sus talleres,
genios de temporada
cosen poemas:
el fuego de los años
consumirá sus modas.

Sonrisa

En tu sonrisa
me parece que el mundo,
como un arcángel,
uniera los fragmentos
del paraíso roto.

Arraigo

Tus manos labran
jardines donde muere
mi desarraigo:
tus ojos iluminan
la sombra de mi exilio.

1 comentario:

Estancias dijo...

Excelentes poemas. Minimalistas y conmovedores, llegan y abrazan el alma con la suya. Gracias!!! Clara Lecuona Varela.