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viernes, 12 de febrero de 2010

Anotaciones

* * *
A medianoche, en la casa de unos vecinos, un gato se ha sentado en el alféizar de una ventana. El viento ulula sobre las azoteas de la ciudad, con un rumor incesante, agitándolo todo: los árboles de las calles, las sábanas colgadas en los tendederos, las hojas muertas y las colillas abandonadas en las aceras. Áspera, cae la llovizna. Sin embargo, el gato sigue apostado en el alféizar, inmóvil como una efigie, mostrando la esbeltez de su felina silueta. Quizás aguarda a sus dueños, que han salido y todavía no han regresado. Nada lo inquieta, ni la noche, ni el viento, ni la llovizna, ni la tormenta que las nubes anuncian. La ventana ha quedado abierta de par en par y las cortinas ondean con el viento. Ese gato –pienso mientras lo veo– es la imagen de la constancia en las dificultades.

* * *

En vez de menospreciarlas como realidades anodinas, debería esforzarme en hallar en todas las imágenes e impresiones de la vida cotidiana –un arbolillo recién plantado, una paloma fugaz que pasa volando sobre mi cabeza, unos niños que juegan en la arena del parque, un perrillo que olfatea la yerba, una adolescente, una anciana, un hombre solo– un fragmento de luz, un destello de hermosura, un misterio digno de ser contemplado con emoción.

* * *

Durante dos horas muertas, en la biblioteca universitaria, descubro un volumen de poesía de Juan Eduardo Cirlot. Se titula En la llama; como dice su contraportada, la llama es el lugar único de la verdadera poesía consumida por el fuego en el mismo instante de su nacimiento. Lo hojeo leyendo apresuradamente algunos poemas. Me sorprenden las alusiones religiosas, que abundan en una parte del libro: una conmovedora invocación a Dios, que en cierto modo recuerda al salmo De profundis, en la que el poeta lo llama desde la cárcel de la miseria humana, poemas a diversos santos, referencias al Apocalipsis, etc. Cirlot se vale de un consumado dominio de las formas clásicas –en concreto, del verso endecasílabo– y de una imaginación creadora de metáforas deslumbrantes, que no dejan indiferente al buen lector de poesía. De mi veloz lectura, concluyo que es un místico surrealista, un poeta que aúna la indagación en las zonas más profundas de la conciencia con la apertura a lo trascendente.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Ramiro, hace años descubrí la poesía de Cirlot a través de la antología que Clara Janés editó para Cátedra. Es un poeta que me sigue interesando muchísimo, tanto su poesía como sus ensayos sobre arte y música (se formó como compositor, aunque no sé si existen grabaciones de su música). Siruela está haciendo una labor encomiable al editar toda su poesía. Uno de sus maestros, Marius Schneider, escribió un libro titulado "El origen musical de los animales-símbolos en la mitología y la escultura antiguas", que tengo desde hace años pero que todavía no he podido leer, y que creo te interesaría, si es que no lo conoces.

Mario

Anónimo dijo...

Gracias, Ramiro. Lo veré.

Saludos
Mario

ana dijo...

Desde luego, ya se te echaba de menos. Y siempre que asomo por aquí, surgen autores que yo desconocía.

Y sí, la belleza es un instante, una palabra, y normalmente habita en las cosas más humildes. Esas que son de una soledad brillane, de una sencillez abrumadora. El pequeño reflejo de lo que siendo humilde, siempre es Verdad.

Un abrazo.

Olga Bernad dijo...

Estoy repasando lecturas pendientes, entre ellas tu blog. Me encanta el primer párrafo (será que soy gatuna para siempre, ya lo sabes, y que me acuerdo de mi Luna perdida;-)
Tu reflexión acerca de Cirlot es muy interesante. Yo le he leído poemas sueltos y también fue para mí un descubrimiento hace un par de años, pero intentaré conseguir esa edición de sus poesías completas, ¿puedes dar más datos sobre el libro?
Saludos.

Ramiro Rosón dijo...

Mario:

He descubierto recientemente la poesía de Cirlot. Para mí es un torrente de imágenes que inspira emoción y sorpresa. El libro al que aludo en estas anotaciones, “En la llama”, ha sido publicado, en efecto, por la editorial Siruela. Yo sabía que Cirlot era músico, además de poeta, y el nombre de Marius Schneider me suena de algún libro de historia de la música, pero no había oído hablar de ese ensayo de Schneider que mencionas. Por su título, parece que aborda un tema muy interesante. Intentaré buscarlo.

En cuanto a la música de Cirlot, he hallado un vídeo de una lectura de un poema suyo, “Inger, permutaciones”, acompañado de una de sus composiciones para piano. Se puede ver aquí:

http://www.youtube.com/watch?v=Ts8Ysi4bcFY

Saludos.

Ramiro Rosón dijo...

Ana:

Me alegra que conozcas por este blog autores nuevos: los que voy descubriendo lentamente, a través del ejercicio de la lectura. La vida es un aprendizaje continuo para todos. Y sin duda, como bien has dicho, la belleza habita en las cosas más humildes. El arte, desde hace siglos, se ha dado cuenta de ello: sólo hay que admirar los bodegones de Zurbarán o los retratos de bufones de Velázquez para sentir cómo lo humilde se manifiesta con una intensidad asombrosa.

Un abrazo.

Ramiro Rosón dijo...

Olga:

Se te echaba de menos por esta casa. Quisiera visitar tu blog más a menudo, pero cada vez dispongo de menos tiempo para leer y comentar otros blogs. En fin, la vida nos carga de numerosas ocupaciones.

Me alegra que te hayan gustado las notas sobre el gato y sobre Juan Eduardo Cirlot. “En la llama” es un libro muy interesante, pues incluye reproducciones en facsímil de páginas de algunas revistas literarias donde Cirlot publicaba sus poemas. Me has dado la oportunidad de rectificar: no es una edición de toda la poesía de Cirlot. Abarca los poemas escritos entre 1943 y 1959 y se completa con otro volumen, publicado también por la editorial Siruela, que si no recuerdo mal se titula “Del no mundo”. “En la llama” se publicó en 2005; la edición está al cuidado de Enrique Granell.

Saludos.

Olga Bernad dijo...

¡Gracias por toda la información!
A mí me pasa igual que a ti con el dichoso tiempo, pero en algún momento recupero terreno por los blogs que me interesan... He estado con las correcciones de Andábata y -aún no me lo puedo creer- incluso las he terminado. Ya está "en el horno".
Cirlot fue una sorpresa entre mágica y terrible, tengo copiados fragmentos de poemas que todavía no he encontrado enteros. Quizá esos libros me ayuden.
Saludos.

Ramiro Rosón dijo...

Olga:

De nada. Me alegro de que la información te haya servido. También me alegro de que hayas terminado tu “Andábata”. Ojalá corra tan buena suerte como “Caricias Perplejas”. Por cierto, el título de tu novela me recuerda lejanamente a la palabra griega “anábasis”, que significa “expedición hacia el interior de un país”.

En mi opinión, los poemas de Cirlot son sobrecogedores. Transmiten la emoción de lo sublime, ésa que se percibe cuando la escritura está cargada de una fuerza inusual, de un fuego vibrante que la anima.

Por mi parte, cuando los estudios me dejan, me dedico a corregir una serie de poemas. Además, tengo varias obras teatrales inacabadas (entre otras, una comedia sobre el mito de Pigmalión, un drama sobre el de Teseo y el Minotauro y un auto sacramental), cuya escritura abandoné desde hace unos meses, desalentado ante la imposibilidad de verlas representadas, pero me gustaría retomar en breve.

Saludos.